El 4º Foro de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda está a la vuelta de la esquina, comenzando en apenas siete días en Busán, Corea. Éste será el último de este tipo de encuentros, luego de los desarrollados en Roma 2002, París 2005 y Accra 2008. El foco de Busán estará puesto en los resultados de las acciones de ayuda y desarrollo, dando continuidad a la fuerte tendencia en este campo referida a la identificación de resultados y en la evidencia que da cuenta de los mismos.
Un antecedente clave de ello resultó el documento When will we ever learn? Improving lives through impact evaluation, publicado por el Center for Global Development, un think tank de Washington D.C. En dicho trabajo justamente se presentaban estas inquietudes: ¿cuándo vamos a aprender de la cantidad de dinero que estamos gastando en proyectos de desarrollo, sin saber si funcionan, cuándo funcionan, con qué resultado y cuál es la evidencia que tenemos de ello? De ahí al creciente interés y presión por evaluaciones rigurosas, sólo hubo un paso. Lo que es de lamentar fue (¿es?) la asimilación que se hizo de la noción evaluaciones rigurosas con las del tipo RCT o pruebas controladas aleatorias, sin reconocer (como bien lo indicaba Jim Rugh en un post anterior) que éstas son pertinentes apenas para escenarios simples, antes que aquellos complicados y complejos.
Otros problemas han venido siendo señalados por la iniciativa The Big Push-Forward: la visión de planificación que pretende tener todo bajo control a fin de intervenir sin sorpresas y sin consecuencias no planificadas; la mayor facilidad y sencillez de conocer los resultados de una intervención a corto plazo, favoreciendo el destinar mayores recursos en aquello que puede tener resultados visibles, tangibles y claros en dicho término; una desatención evidente a desentrañar la caja negra de los procesos de desarrollo y ayuda; etc. Todos estos factores confluyen a un estrechamiento de las formas en que la efectividad del desarrollo es abordada, acentuando muchas veces monolíticamente los asuntos de rendición de cuentas antes que los de aprendizaje.
Señalar estos asuntos es importante para no perder perspectiva y no quedar encandilados ante la lluvia de mediciones y nuevos índices que no dejan de aparecer en este campo. Vale decir, valiosos instrumentos… pero instrumentos al fin. Sino puede pasarnos como a aquello del refrán: para quién sólo tiene un martillo, todas las cosas que ve le parecen clavos!
Sumándose al Índice de Desarrollo Humano de PNUD, al Índice de Percepción de Corrupción, y el también nuevo QuODA (índice de Calidad de la Ayuda Oficial al Desarrollo), la iniciativa 3ie (International Initiative for Impact Evaluation) está preparando para el año próximo uno referido al Compromiso con la Evaluación de la Efectividad del Desarrollo. El mismo apunta a promover un mejor uso de la evidencia generada por la evaluación, dando un reconocimiento por esto a quienes hacen un uso sistemático de ella, y así incentivando a otros a hacer lo mismo. Por ahora están invitando a recibir opiniones en una encuesta muy breve sobre la relevancia de medir el compromiso con la evaluación y cómo hacerlo.
Regresando a Busán, soy más bien escéptico de su capacidad de generar movimientos transformadores novedosos. Sí es posible que pueda fortalecer algunos discursos y legitimar algunas prácticas importantes para dar mayor voz a la sociedad civil y favorecer la transparencia, la rendición de cuentas mutua (no sólo de quien recibe sino también de quien dona), y un mayor papel para los países receptoras de la misma. Los resultados de la discusión de Busan serán seguramente disputados y criticados, pero si lograran mejorar lo dicho y hecho por la Declaración de París (la que aún con problemas es la mejor que tenemos) , sería un progreso y un avance. Tras Busán, habrá que ver con qué ánimo uno vuelve al Sur…
(si recibes este post vía email o RSS, es posible que tengas que ir al sitio web para ver el video)
Me gusta tu artículo Pablo, lo comparto en mi muro de Facebook y gracias por «volver al Sur…» Saludos
Me gustaMe gusta