Vía Twitter me dice Carlos Rodríguez Ariza que estamos teniendo polinización cruzada, al hablarnos de un blog a otro. Más allá de la chanza, festejo la posibilidad de usar esta tribuna que, por su propia naturaleza, es abierta para otros ojos, incluso para aquellos a quienes no nos dirigimos ex professo (a diferencia de los miembros de grupos de emails).
Para continuar con esta #eval conversación, refresco que la misma arrancó con Carlos hablando de Asociacionismo en Evaluación, y me provocó (en su doble sentido) contestarle con VOPEs, asociacionismo y evaluación. El tercer round fue para Carlos, con Asociacionismo en evaluación, sí PODEMOS, pero no sólo con buenas intenciones, y van dos (¿dos buenas intenciones?) Pues venga, no vamos a repetir los argumentos ahí esbozados (de mi parte) y detallados (de parte de Carlos) 😉 . Pero me animo a una breve síntesis de puntos que van emergiendo:
& el asociacionismo en evaluación está de moda, y ojalá que dure y tenga el mayor efecto o influencia estructural posible.
& las VOPEs (sociedad civil con su foco en la evaluación) ha de posicionar la evaluación en la arena política.
& La política convive con la retórica (dato de la realidad), la cual puede ser controlada prestando atención a cuestiones de aprendizaje y mutua rendición de cuenta (¡evaluación por donde lo mires!)
& Las relaciones de poder atraviesan la realidad humana, entonces están también entre los actores, sistemas, procesos y estructuras evaluativas.
& Un desafío para las VOPEs es llevar la evaluación más allá de la arena política, a la arena social (valores sociales y práctica social, al decir de Murray Saunders): procurar que incluso la ciudadanía capte la importancia de la evaluación.
& Una dificultad grande resulta cuando las VOPEs no funcionan, y son parte del problema a superar: ejemplos de asociaciones que no tienen aparentemente una finalidad clara, duplicación de redes de evaluación en una misma región, etc.
& Y de regreso al punto de la importancia de evaluar el funcionamiento de las VOPEs, atendiendo a la cuestión de la mutua cesión de valor añadido entre participante y VOPE.
Aparece en este punteo el asunto de la función social de las VOPEs, en cuanto incidir en que el campo de la evaluación y su relevancia sea asumido también por la sociedad civil o ciudadanía en su conjunto. Estamos hablando aquí del ambiente favorable a la evaluación en sentido amplio, en dicho contexto o estructura social ampliada. Tarea para nada nimia, y estrechamente vinculada a la capacidad de liderazgo y masa crítica de las VOPEs. Un ejemplo en este sentido lo da Jean Quesnel (en la página 22):
Las asociaciones de evaluación juegan un papel crucial desde el nivel local hasta el nivel internacional en el desarrollo de la capacidad de evaluación. Por ejemplo, no se debe subestimar la influencia que tuvieron el Washington Research and Evaluation Network y el Capítulo de Ottawa de la Sociedad Canadiense de Evaluación en el fortalecimiento de la función de evaluación en sus respectivas capitales y, por extensión, en el desarrollo de sus sistemas nacionales de evaluación y el uso gubernamental de la evaluación por el legislativo y ejecutivo.
Habría que conversar con Jean o con algunos colegas de Asociación Americana de Evaluación y de la Sociedad Canadiense de Evaluación para ponerle carne a tan interesante comentario, merecedor sin duda de un estudio de caso (¿o una evaluación de impacto?;-) ). Lo poderoso de esta idea es cuánto presenta de la capacidad y potencialidad de las VOPEs “tranqueras afuera”, vale decir, desde su espacio de influencia hacia el conjunto social.
Otro cantar es el de las VOPEs “tranqueras adentro», como menciona varias veces Carlos en sus posts, aunque sin apelar al vocabulario campestre. Aquí habría bastante que indagar y profundizar, y porqué no evaluar…
Pero me parece que hasta aquí llego yo hoy. Y queda lanzado el guante públicamente, amigo Carlos, para continuar este diálogo en un panel sobre este tema en la Conferencia de ReLAC, el próximo Marzo en Lima, Perú. ¿Te sumas?