(ésta no era la primera entrada para el blog, pero la urgencia del caso cambió mis prioridades)
Casi no veo televisión, y desde hace mucho tiempo lo que menos veo son noticieros, pero me atrevo a arriesgar que la hambruna que azota a Somalía ha desaparecido de casi todos ellos (para una buena excepción, ver aquí). Sí sé que en las portadas de los diarios es un tema inexistente, que tuvo apenas su espacio de atención cuando la ONU realizó la declaración de hambruna, hace ya dos largos meses. En ese momento fue noticia por lo inusual del caso, dado que implicó la mutación de una situación de crisis alimentaria en hambruna. Luego, el paso natural fue de portada de los diarios a crónicas menores (para una recopilación de buenos textos periodísticos en español, ver aquí).
Lo que no ha tenido demasiada difusión es que la situación no apareció sorpresivamente, como fruto de una mala racha de lluvias en el corto plazo. Desde hace un año, distintos sistemas de alerta temprana venían dando cuenta de la enorme probabilidad de que sucediera lo que actualmente sucede en la región llamada el Cuerno de África. Sin embargo, los países donantes y la cooperación internacional poco y nada hicieron al respecto.
Particularmente, el sur de Somalía comenzó a despoblarse: los que no morían de hambre, migraban hacia la vecina Kenia, en caminatas de tres o cuatro semanas por el desierto, con poca agua y comida. Esas travesías han producido algunas de las historias más duras que uno pueda imaginar, con masas de población movilizadas tras el sueño de llegar al campo de refugiados de Dadaab. Éste había sido originalmente construido para albergar a unas 70 mil personas, luego fue ampliado para casi 90 mil, y ya antes de la hambruna contaba con 270 mil refugiados. A mediados de Septiembre unas dos mil personas llegaban diariamente al mismo.
Esta dramática situación sería erróneamente comprendida si sólo se prestara atención al fenómeno natural de la ausencia de lluvia. Si bien la sequía es claramente relevante -y su muy posible vinculación con asuntos del cambio climático como impulsores de cambio a largo plazo-, el problema fundamental en Somalía es la violencia, la cual no es un fenómeno reciente ni desconocido para la comunidad internacional. En vinculación con la hambruna, las milicias de al-Shabaab han bloqueado buena parte de la ayuda orientada al país. Como actor relevante en ese escenario, brinda un nuevo ejemplo a la tesis del premio Nobel Amartya Sen, quien sostiene desde hace tiempo que no hay hambrunas en países con gobiernos democráticos y con una relativa libertad de prensa.
Si bien la realidad de sequía afectó enormes proporciones de los territorios de Somalía, Etiopía y Kenia, solamente en el primero de estos países derivó en hambruna. No es suficiente por tanto el fenómeno natural para explicar este fenómeno social; Amartya Sen describe en su obra que el hambre aparece cuando las personas no pueden acceder a alimentos porque son muy pobres o porque los mercados y los gobiernos han fallado. Edward Carr en su blog reflexionó lo siguiente:
… la inseguridad alimentaria rara vez es acerca de los suministros absolutos de alimentos – en la mayoría de los casos se trata del acceso y el derecho (entitlement) a los alimentos existentes. La situación en el Cuerno de África apunta realmente a la escasez absoluta, pero la misma no puede ser achacada sólo al clima – tiene que ver también con el acceso a los mercados locales y regionales (débiles en el mejor de los casos) y la política/el Estado (Somalia carece de un Estado soberano, y el gobierno irregular,ad hoc, proporcionado por al Shabaab hace poco para garantizar tanto el acceso o el derecho a la alimentación como el sustento de la población). Para aquellos que duden sobre esto, vean los mapas de FEWS NET que puse en posts anteriores (aquí y aquí). La hambruna se detiene en la frontera con Somalia. Les aseguro que esto no es una manipulación política de los datos – es la información que tenemos. Básicamente, las personas que no cuentan con un estado funcional y viven el colapso de los mercados, están sufriendo más que sus contrapartes en Etiopía y Kenia, a pesar de que todos estan afectados por las mismas malas lluvias, a la vez que el sustento de las personas (livelihoods) de Somalia no es tan diferente de aquellos del otro lado de las fronteras de Etiopía y Kenia.
Casi treinta años atrás, el mundo fue testigo de una hambruna similar en Etiopía (¿recuerdan Live Aid ?). Luego de la misma, el gobierno de Etiopía montó una red de protección social y un sistema de alerta temprana que evitó -desde lo social- que lo natural dictara todas las reglas del juego. No es la naturaleza la culpable…
A comienzos de Septiembre la ONU reportó que casi un millón más de personas necesitaban ayuda humanitaria en la región, alcanzando así a unos trece millones de afectados. A la vez, los fondos necesarios para atenderlos daban cuenta de un déficit cercano a los mil millones de dólares. Mientras las noticias decrecen (hasta que tengan mucho más morbo que mostrar) y el mundo parece poco inclinado a intervenir, Oxfam Internacional y otras agencias están en campaña para hacer todo lo posible en este contexto complejo y al borde del caos. Recomiendo fuertemente informarse de su trabajo y donar unos pesos para esta causa.
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