Viernes light: Tatuajes en el corazón (Gregory Boyle)

Hace unos meses atrás una referencia en un podcast me hizo googlear por el libro Tatuajes en el corazón: el poder de la compasión sin límites, escrito por el padre Gregory Boyle, jesuita con más de treinta años de trabajo con (ex)pandilleros de la ciudad de Los Ángeles, en EE.UU (aquí se puede leer su Introducción). Antes de comprar el libro, su charla TED (en Inglés) me terminó de convencer que había algo realmente MUY valioso en su experiencia y aprendizaje (amén de haber convertido la experiencia en aprendizaje… ). Y sin duda que parte de su espíritu ha motivado e iluminado a quienes estamos gestando en estos días el Centro Genesaret 
En el número 63 de la revista Desarrollo de Base encontré la siguiente reseña del libro, la que reproduzco mínimamente editada, confiado en que resulte inspiradora  para emprendimientos con algo de dicho espíritu… 
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Las pandillas en México y América Central se han convertido en una lacra y una fuente de temor para la población local, incluyendo comunidades donde los socios donatarios de la IAF viven y trabajan. La violencia pandillera es responsable de muchos de los 96 homicidios por cada 100.000 habitantes registrados en 2012 en Honduras, país que se ha disparado hasta la cima en los gráficos que ilustran las estadísticas de asesinatos. Las cifras en El Salvador y Guatemala alcanzaron 69 y cerca de 39 por 100.000, respectivamente. Para poner estos números en perspectiva, EE.UU. tuvo 4,7 homicidios por cada 100.000 en 2011.

Irónicamente, muchas de las pandillas más violentas de América Central, en forma prominente la Mara Salvatrucha (MS-13) y Barrio 18, nacieron en las calles de Los Angeles y otras ciudades estadounidenses. Luego se las exportó, primero a El Salvador y posteriormente a Honduras y Guatemala, cuando sus miembros fueron deportados como delincuentes. Las pandillas, frecuentemente en acción conjunta con narcotraficantes, rutinariamente asesinan a honestos fiscales, testigos y jueces a los que consideran una amenaza. Las cárceles están hacinadas, mal mantenidas y a menudo regidas por los propios reclusos —quienes continúan sus negocios por medio de teléfonos celulares.

Autoridades en ciudades de todo EE.UU y de América Central, así como profesionales del desarrollo, desesperan por encontrar un enfoque que apunte más allá de la policía, los juicios y las prisiones y proporcione a los jóvenes una salida del delito. Tatuajes en el corazón  documenta un enfoques que parece funcionar en el barrio de Los Angeles: el de Homeboy Industries, iniciado 25 años atrás por el autor, un dinámico sacerdote jesuita. El padre Gregory Boyle empieza insistiendo en que la necesidad de pertenencia y de sentirse importante lleva a los jóvenes a unirse a las pandillas. Una vez que lo hacen, su expectativa de vida se reduce. Boyle ha perdido la cuenta de los jóvenes que ha tenido que enterrar como pastor, incluyendo víctimas inocentes de tiroteos con vehículos.

Es para los sobrevivientes —jóvenes que han estado en la drogadicción y en prisión— que Boyle fundó Homeboy Industries, que trabaja incansablemente para enseñar a sus destinatarios destrezas con demanda en el mercado laboral y desarrollar su autoestima. Él se jacta de que Homeboy Industries es la única empresa que exige que sus empleados hayan sido condenados por delito para trabajar en su panadería, restaurantes, servicio de comidas, mercados de granjeros y taller de diseño gráfico que también hace ropas —incluyendo una camiseta que tiene en el frente “Trabajos, no Cárceles”, y en la espalda, “Nada detiene a una bala como un empleo”. Mientras están en el programa, los jóvenes —en su mayoría latinos, algunos recién llegados— estudian para su certificación secundaria, mejoran su inglés y ganan experiencia laboral.

Homeboy también ofrece albergue, rehabilitación de droga y alcohol, consejería individual y familiar, e incluso clases para padres; servicios de ayuda legal y de salud mental están abiertos a todo aquel que entre por la puerta. De acuerdo con Boyle, a menudo estos “homies” están cubiertos de tatuajes, por lo que el personal de Homeboy Industries se ofrece a sacárselos utilizando la tecnología laser más nueva. El año pasado, 400 hombres y mujeres jóvenes se incorporaron a las clases, que van desde control del enojo hasta yoga, y 300 a la capacitación vocacional; Homeboy Industries emplea a 300 ex alumnos.

La vida y el trabajo de Boyle en el barrio, como párroco y líder cívico, le han ganado el respeto de pandilleros y sus familias y el apodo de “G-Dog”, título de una documental sobre Boyle recientemente estrenada en Los Angeles. Su libro es humanista, inspirador y esperanzador a pesar de las terribles circunstancias de los jóvenes involucrados. Es una buena lectura, pero si no tiene tiempo para ella, por lo menos visite www.homeboyindustries.org.—

Patrick Ahern, representante de la IAF para Nicaragua

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