Viernes light: Razones Para No Evaluar

En distintos sitios y blogs se encuentran  referencias a un listado de razones realmente esgrimidas para justificar la no realización de evaluaciones.  La versión que les comparto hoy refiere que dichas razones fueron incluidas en un informe de UNESCO dando cuenta de las respuestas de los directores de proyectos a las propuestas de evaluación de la institución.

El comentario que acompaña dicha referencia dice “Al parecer no somos los únicos que nos encontramos en esta situación”, a lo cual uno no sabe si aportar con “en todas partes se cuecen habas…” o bien “mal de muchos, consuelo de tontos…”

Que las disfruten!

• Nuestro proyecto es diferente. x igual a 2
• Figúrate el jaleo que ocasionaría.
• El proyecto es demasiado limitado.
• Siempre hemos trabajado así.
• A la organización no le gustaría.
• Ya hemos sido evaluados.
• No es necesaria una evaluación
• Nuestro calendario se ha retrasado por dificultades financieras.
• No es asunto nuestro.
• Es un proyecto experimental.
• No está incluida en el presupuesto.
• Aún no instalamos el equipamiento.
• ¿Intenta enseñarme mi trabajo?
• El proyecto todavía no está listo para ser evaluado.
• Es una trampa.
• Estamos en la estación de las lluvias.
• El cambio altera las cosas demasiado.
• No tenemos tiempo.
• Hemos hecho lo que pusimos.
• No la hemos hecho nunca antes.
• Ha habido cambios en el gobierno.
• No es responsabilidad mía.
• Es un proyecto piloto.
• Seamos realistas.
• El equipamiento aún no ha llegado.
• Aún no estamos listos para hacerla.
• El director ha cambiado.
• Debe haber un motivo oculto.
• Es fiesta nacional.
• No estoy convencido de que sirva.

¿ Algunas más?

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3 comentarios sobre “Viernes light: Razones Para No Evaluar

  1. Muchas gracias. La lista que Ud. publica es muy divertida y sus comentarios irónicos, lo que para un “viernes light” es apropiado. Pero al leer el artículo y pensando en otras razones que alguien hubiera evocado para no hacer evaluación he empezado a pensar en la cuestión en términos menos irónicos y, quizá, menos divertidos. Llegué a tres razones que, para mi, justifican el no hacer una evaluación.
    1. Si el resultado de la evaluación no me sirve a nada, mejor no hacer la evaluación. No sé si a l@s lector@s de este blog les ocurre a menudo de leer informes de evaluación. A mi sí, que sea en cuanto documentación para la preparación de una nueva evaluación o en el marco de proyectos de valoración y sistematización de aprendizajes, me ocurre a menudo haber de leer, analizar, estudiar informes de evaluación. Casi siempre me parecen aburridos. Casi siempre me digo que si las organizaciones necesitan una evaluación para descubrir lo que la evaluación les cuenta tienen que estar muy mal organizadas. Y, sobre todo, siempre me pregunto si mis propios informes son tan inútiles y aburridos.
    2. Si los que pretenden que se haga evaluación de mi organización o de mis actividades tienen malas intenciones, mejor no hacer la evaluación. Soy europeo, vivo en Europa, hago investigaciones y evaluaciones en muchos lugares del mundo. No es raro encontrar a organizaciones financiadoras que utilizan a la evaluación como medio de presión sobre organizaciones que “molestan” o que logran “demasiado autonomía”. Claro que mucho depende de nosotros evaluadores el contribuir o no a este tipo de planes. Pero yo entiendo y comparto las razones de ciertas organizaciones en ciertas circunstancias por oponerse o resistir a la evaluación.
    3. Si la evaluación no se hace en contextos donde hay condiciones de respeto de los derechos humanos, de las leyes, de la democracia efectiva (no sólo formal), mejor no hacer la evaluación. He hecho una evaluación de un programa de cooperación internacional entre sindicatos. Hice unos estudios de caso en distintos países (incluido uno de América Latina). En unos de estos países el hecho de pertenecer a un sindicato, de ser cuadro sindical o simple militante puede llevar a la muerte (o a la desaparición, lo que es equivalente). Pero como la evaluación no era interna, solo para cada organización sino también para el organismo financiero, las informaciones y los resultados habían de ser públicos. Encontré muchísima resistencia y muy poca colaboración. Y, otra vez, entendí y compartí las razones de estos sindicatos.
    En conclusión, creo que las buenas intenciones y las capacidades de los evaluadores no sean suficientes para evitar casos como los que he mencionado antes. Y no es porque nosotros estamos convencidos de que la evaluación es “buena” que no tenemos la obligación de tomar en serio ciertas formas de resistencia y oposición.

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    1. Mario, gracias por tan reflexivos comentarios. Como bien lo refleja en su inicio, el espíritu de un «viernes light» es justamente presentar algo liviano, irónico, con más carga de humor que de otro tenor. Sin embargo, cualquier tema abordado de ese modo puede también ser profundizado desde otra perspectiva. Los casos que da cuenta el comentario son serios y relevantes, y mientras algunas ideas dan peso y lugar al rol de los evaluadores, otras acentúan el de los demandantes de la evaluación, y todas -finalmente- remiten a cuestiones claves del contexto. La sensación que me queda tras leer las situaciones del comentario es como un alerta a los evaluadores: «Abran los ojos, no sean ingenuos!». Sin dudas, un consejo importante siempre.

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  2. En el caso de la Polémica «Carrera Académica» en nuestra Universidad la razón para no querer ser evaluados es porque «precariza los empleos» de l@s docentes. ¿Y la excelencia académica?

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