Tradicionalmente se ha entendido a la Cooperación Internacional como la ayuda voluntaria de un donante de un país (ya sea el Estado, el gobierno local, una fundación u ONG) a una población de otro país, a la cual se denomina beneficiaria. Las formas de recepción pueden ser directas o bien mediadas por actores similares a los donantes. Los ámbitos de la Cooperación Internacional han sido por mucho tiempo y principalmente los de salud, educación, condiciones ambientales, y el énfasis en la disminución de desigualdades económicas y sociales. Actualmente, y respondiendo al creciente desarrollo y complejidad de las relaciones internacionales, nuevos temas se encuentran en ella: promoción comercial e intereses políticos y económicos.
Se suele situar los orígenes de la Cooperación Internacional tras la segunda guerra mundial, en los albores de la guerra fría y la descomposición de la realidad colonial. Fue, y en gran medida es, un instrumento de política exterior de los países ricos hacia el Sur Global (una forma suave y políticamente correcta para nombrar lo que antes era subdesarrollo y tercer mundo). No son pocos los que apuntan que, antes que cooperación al desarrollo, estamos muchas veces ante un nuevo tipo de colonialidad.
En el año 2005, los mayores donantes de la comunidad internacional se propusieron una serie de objetivos a fin de hacer más efectiva la cooperación internacional, el cual se plasmó en la llamada Declaración de París. Ésta planteaba acentos varios sobre la efectividad de la ayuda, el rol de la transparencia, los mecanismos de rendición de cuentas (accountability), la importancia de la coordinación, a la vez que propugnaba por avanzar hacia un rol protagónico para los beneficiarios de dicha cooperación. Pues bien, hace pocos días atrás la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó los resultados de una survey de monitoreo de la Declaración de París. De acuerdo al análisis de Owen Barder en el sitio del Centre for Global Development (difícilmente acusable de radicalidad):
De los trece objetivos medidos para mejorar la eficacia de la ayuda, sólo uno se ha cumplido. ¿Cuál era dicho hito al que los donantes fueron capaces de alcanzar? Cumplieron con su compromiso de hablar más entre sí («Fortalecer la capacidad de apoyo coordinado»).
Los actores (con poder) de la Cooperación Internacional parecen dar pocas muestra de adaptarse a los cambios que ellos mismos han sellado como valiosos. ¿O será que les aqueja acaso algún síndrome a lo Nerón en el clásico Quo Vadis?: Victimismo, en cuanto creerse víctima incomprendida, e Infantilismo, en cuanto les cuesta renunciar a los privilegios de antaño y reconocer que en estas décadas el mundo ha cambiado. Y con el cambio del mundo, también es de esperar (no?) un cambio en el estilo y forma de la Cooperación Internacional.
Lo cortés no quita lo valiente: la survey antes mencionada reconoce avances parciales y dispares en el resto de los objetivos. Pero no debe dejar de llamar la atención el tenor de lo descubierto. Habría que explorar qué aportó al respecto la reunión siguiente a la Declaración de París, plasmada en el Programa de Acción de Accra, mientras esperamos a ver qué nos depara DBusan (dentro de muy poco, antes que este año se nos vaya). Mientras tanto, un ejercicio interesante podría ser abordar dicha survey y cotejarla con los avances realizados en la evaluación de la Declaración de París…
Estas ideas traen a colación que la cuestión de evaluación ha ganado un espacio relevante en las intenciones de dichas declaraciones. En algunos casos, la realidad parece ir hacia otro lado, como lo mostraba hace poco el amigo Rafael Monterde Díaz, dando cuenta cómo la cooperación al desarrrollo de la Generalitat Valenciana eliminó de sus funciones cualquier referencia a seguimiento y evaluación.
En vinculación con los cambios experimentados en el escenario de la Cooperación al Desarrollo, podemos agregar lo que Andy Sumner viene señalando desde hace un buen tiempo ya: la mayoría de las personas pobres del mundo viven en países de ingresos medios, mientras que el foco de la Cooperación Internacional -principalmente en los países ricos de la OECD, ha estado y está en los países de ingresos bajos. Otros datos marcan que la dependencia de fondos de la ayuda internacional ha disminuido notablemente -en términos relativos- en los países más pobres del mundo, dado el crecimiento que han experimentado. Como si faltaran puntas para abordar, se podría sumar a la pesquisa de la Cooperación Internacional cuál es el rol que le da a la migración y al comercio internacional, a la propiedad intelectual, etc., etc.
Mi opinión inicial es que cierto tipo de Cooperación Internacional, bajo ciertas condiciones, merece ser bienvenida. Más detalles en el próximo capítulo…:)


